
Esconder el boicot político de las instituciones extranjeras francesas y españolas, reducido a los estrechos límites de la espontaneidad de masas, es una necesidad absoluta para el régimen de ocupación. Necesita por eso los votos armados y desarmados, aunque algunos se contabilicen como inválidos o minusválidos.
Entre los gobiernos francés y español y los institucionalistas armados y desarmados el acuerdo es completo para ocultar y desvirtuar incluso las más políticamente significativas cifras de abstención, que ellos declaran irrelevantes en lo que llaman elecciones libres, democráticas y sin violencia. Cretinismo institucional e infantilismo armado no integran los términos de una alternativa política, son, por carencia constitutiva, la misma cosa, y llevan a los mismos resultados.
La complementariedad funcional de moderados y radicales hace de ellos "rivales" ideales, cada grupo presentándose como remedio a la ineptitud del otro. Ambos producen y reproducen mutuamente. La frustración institucional lleva a los atentados. El fracaso de los atentados devuelve a la vía institucional. Recurrencia asimétrica y mal equilibrada, de evolución inevitable y fatal desenlace.
El desequilibrio de este nuevo dualismo es tal que sólo puede subsistir mientras el régimen de ocupación necesite de él. Institucionalistas armados y desarmados han estado siempre cerrados a toda aportación propia del país que dicen representar, pero abiertos a toda infiltración o penetración ideológico-política de sus "aliados" de la nación dominante, cuyos servicios oficiales y oficiosos penetraron en sus organizaciones como el cuchillo en la mantequilla.
El desequilibrio de este nuevo dualismo es tal que sólo puede subsistir mientras el régimen de ocupación necesite de él. Institucionalistas armados y desarmados han estado siempre cerrados a toda aportación propia del país que dicen representar, pero abiertos a toda infiltración o penetración ideológico-política de sus "aliados" de la nación dominante, cuyos servicios oficiales y oficiosos penetraron en sus organizaciones como el cuchillo en la mantequilla.
La pretendida oposición ideológica, a cargo de figurantes preseleccionados, complacientes, corrompidos o aterrorizados, resulta en el pensamiento único del Estado único, cuya propaganda repercute y conforta. La crítica y los debates ficticios que interpretan se reducen a decir lo que al poder establecido le conviene que digan para dar pie a sus propias ideas, que son las únicas toleradas y difundidas.
. Aparentemente, la burocracia indígena institucionalista, armada y desarmada, se ha tragado también deliberadamente, con delicia, entera, cruda y sin pelar, la ideología patata podrida de la "democracia no-violenta", y se la ha hecho tragar a buena parte del país. Revelar la realidad, la actualidad y las dimensiones de violencia y terrorismo establecido sería poner de manifiesto la inadidad de "la vía institucional y la lucha armada" para oponerse a la aplastante superioridad material de los monopolios de violencia y terrorismo de los Estados ocupantes.
Ocultan por eso la existencia misma de las fuerzas armadas del fascismo y el imperialismo, que se vuelven invisibles o excepcionales también para ellos. Sólo así pueden engañar al pueblo y alimentar delirantes ilusiones sobre "la solución del conflicto por medios exclusivamente democráticos y pacíficos, dentro del más absoluto respeto a las instituciones, en ausencia de toda violencia, por la persuasión y el dialogo, la negociación y el acuerdo entre todos" etc. Sandeces reaccionarias pero funcionales de este calibre permiten apreciar los devastadores efectos de la represión de las ideas y del monopolio de la propaganda fascista e imperialista sobre las masas populares política e ideológicamente indefensas.
Que todo sea producto de la estupidez, de la pura mentira deliberada o de la mala fe, el resultado es parecido. Los institucionalistas armados y desarmados llevan sesenta años repitiendo lo mismo y si queda y encuentran quien se lo trague todavía y el poder lo necesita, así continuarán todo el tiempo que puedan. Por ellos, sus prosélitos seguirán "esperando a las próximas elecciones" durante los quinientos por venir. Los pueblos débiles, poco o nada aptos para la política internacional, se pasan así la vida esperando algo que no llega nunca, porque nada, y menos la libertad, llega nunca por obra de vanas ilusiones que producen amargas desilusiones.
Mientras moderados y radicales juegan a "democracias, elecciones, guerras, treguas unilaterales, negociaciones y mediaciones imaginarias", el buldózer nacionalista, fascista e imperialista, prosigue día a día su obra de demolición, el rodillo económico, racial, lingüístico y cultural de la apisonadora colonial avanza a paso de gigante hacia la completa destrucción del pueblo subyugado
. Los pueblos que pierden su libertad y agotan su fuerza vital en la sumisión no tienen sitio en la historia. Al imperialismo y el fascismo sólo se les combate con una oposición de nivel estratégico. Si no se puede o no se quiere alcanzarla, entonces no se les combate con nada.